19 enero 2011

De "La vita agra"


“Y me echaron, sólo por el hecho de que arrastro los pies cuando camino, porque me muevo despacio, miro alrededor aún cuando no es indispensable. En nuestra actividad, en cambio, hay que separar bien los pies de la tierra y golpearlos estruendosamente contra el piso, hay que moverse, caminar, repiquetear, saltar, hacer polvo, mejor, una nube de polvo, y después esconderse adentro. No es como ser campesino u obrero. El campesino se mueve lentamente, porque su trabajo sigue las estaciones: él no puede sembrar en julio y cosechar en febrero. El obrero se mueve ágilmente, pero si está en la cadena de montaje, porque ahí le han contraído los tiempos de producción, y si no camina a ese ritmo tiene problemas [...]. Pero el hecho es que el campesino forma parte de las actividades primarias y el obrero de las secundarias. Uno produce de la nada, el otro transforma una cosa en otra. El medio de valoración del obrero y el campesino es fácil, cuantitativo: si la fábrica hornea tantas piezas por hora, si la finca rinde. En nuestra actividad sucede de otra manera, no hay una evaluación cuantitativa. ¿Cómo se mide la pericia de un cura, de un publicitario, de un especialista en relaciones públicas (RR.PP.)? Ellos ni producen de la nada ni transforman. No son primarios ni secundarios. Son terciarios y, osaría decir [...], aun cuaternarios. No son instrumentos de producción y tampoco correas de transmisión. Son lubricantes, son vaselina pura. ¿Cómo se puede evaluar a un cura, a un publicitario, a un RR.PP.? ¿Cómo se hace para calcular la cantidad de fe, de deseo de posesión, de simpatía que ellos serían capaces de generar? No, no tenemos otro patrón de medida que la capacidad de cada uno de permanecer a flote, de subir un poco más, es decir, de convertirse en obispo. En otras palabras, quien elige una profesión terciaria o cuaternaria necesita dotes y actitudes de tipo político. La política, como todos saben, desde hace tiempo ha dejado de ser la ciencia del buen gobierno y se ha convertido en el arte de la conquista y la conservación del poder. Así es que la bondad de un hombre político no se mide en relación con el bien que hace a los demás, sino sobre la base de la rapidez con que llega a la cima y el tiempo que se mantiene. [...] Del mismo modo, en las profesiones terciarias o cuaternarias, si no existe producción visible de bienes que sirva de patrón de medida, el criterio será ese”.

Luciano Bianciardi
“La vita agra”