“El hombre democrático sólo vive en el presente, dictando sobre los deseos que surgen. Hoy, prepara una comida bien grasosa, mañana, por la influencia de Buda, el ayuno ascético, agua limpia y desarrollo sostenible. El lunes, se vuelve a poner en forma pedaleando durante dos horas en una bicicleta inmóvil, el martes, duerme todo el día y luego fuma y va de fiesta. El miércoles, dice que va a leer filosofía, pero al final prefiere no hacer nada. El jueves, se apasiona por la política durante el almuerzo, salta de la rabia por la opinión de su vecino y denuncia con el mismo entusiasmo furioso la sociedad consumista y la sociedad del espectáculo. Por la noche, va al cine a ver una gran película medieval de guerra. Va a la cama soñando que participa en la liberación de los pueblos esclavizados. Al día siguiente va a trabajar con resaca, e intenta, sin éxito, seducir a la secretaria de la oficina de al lado. ¡Ya está decidido, se va a meter en los negocios!¡Las ganancias inmobiliarias para él! Pero lo del fin de semana, lo de la crisis, todo eso se verá la semana siguiente. ¡Ésta es una vida, en todo caso! Ni orden, ni ideas, pero puede decirse agradable, feliz, y sobre todo tan libre como insignificante. Pagar el precio de la libertad con la insignificancia no es caro."
(dice Badiou que dice Platón, en "Democracia, ¿en qué estado?)