"Una de las cosas positivas del exilio y la marginalidad es, naturalmente, el placer de sorprenderse, de no dar nunca nada por asegurado, de aprender a conformarse en circunstancias de precaria inestabilidad que podrían confundir o aterrorizar a la mayoría de las personas. Una vida intelectual gira fundamentalmente en torno al conocimiento y la libertad. Sin embargo, estos valores adquieren significado no como abstracciones –como en el enunciado más bien banal “tienes que adquirir una buena educación para que puedas disfrutar de una buena vida”- sino como experiencias a las que uno ha sobrevivido de hecho. Un intelectual es como un naufrago que aprende a vivir en cierto sentido con la tierra firme, no sobre ella, no como Robinson Crusoe, cuya meta es colonizar su pequeña isla, sino más bien como Marco Polo, cuyo sentido de lo maravilloso nunca le abandona y es siempre un viajero, un huésped provisional, no un aprovechado, conquistador o invasor".
Edward Said
"Representaciones del Intelectual"