"La dosificación de las indirectas, los anatemas, las burlas y los sarcasmos es delicada. El cínico deambula por este arsenal con la implacable voluntad de lucidez que lo caracteriza. Ninguno de sus gestos puede disociarse de una preocupación pedagógica: el filósofo quiere enseñar, mostrar, desconcertar y despertar la conciencia. El sarcasmo y las bromas, la causticidad y la sátira suponen la psicogogía, desnudar lo que se presenta como evidente. La subversión cínica, manifestada a través del juego de palabras, el humorismo y la ironía, apunta contra el bovarismo, cosa que el fundador del concepto –Jules De Gaultier- había visto muy bien. El cínico, escribe de Gaultier, tiene "la visión clara y se niega a dejarse dominar por la sugestión colectiva que los demás individuos mantienen con fervor".-" Y agrega: "Hacer acto de cinismo respecto de muchas de las presunciones del bovarismo es sencillamente hacer acto de análisis, es desmontar y mostrar así los artificios que, como un motor, establecen las condiciones que habilitan y hacen funcionar aquellas presunciones; esto basta para dejarlas fuera de servicio".-" El desmontaje se efectúa pues mediante estos nuevos conceptos operativos, como la risa, la ironía, el humorismo, el juego de palabras: burla antes que dialéctica, tomadura de pelo antes que retórica, bufonerías en lugar de disertaciones, y caricaturas en vez de demostraciones. Pagando ese precio, Diógenes desnuda, muestra los nervios, los músculos y los huesos que están debajo de la piel. Expone directamente los mecanismos y el mundo en toda su ingenuidad, la existencia en su aspecto grotesco, lo real en su acepción más cruel. Disipando así el velo de la ilusión, los cínicos pueden excavar más hondo: mientras se manifiestan a través de la ironía, hurgan profundamente en el sustrato de nuestra civilización para atacar sus cimientos y sus tabúes".
Michel Onfray
"Cinismos: Retrato de los filósofos llamados perros"