30 noviembre 2007

Pataflexia




Lanzamiento de la revista Pataflexia, con textos de Maria Paz Lundin, Bessie Porta, Manuela Ossa, Matias Andujar, Aldo Alcota, Ignacio Morales, Pablo Wajner, Joao Goncalves y Francisco Ide. Una linda revista con forma de rana. Surgido al alero del Colegio de ‘Patafísica de Santiago de Chile.

Algunos textos:

“Orto Factos”

“Los ortofallidos del acto po
Los ortofactos
Las ortofacciones /las care raja/
Del orto semblante
La ortopoiesis del ortofacto
La ortología de los ortólogos
Diarreicos del ortológico
Las ortoanalistas del videt
Las oretografía simiótica del aKKK
Los ortofactos los ortofactos
Los ortoedros los ortoedros
Los ortopédicos pédicos los ortorrinos
La ortoterapia del fornicio
Y el origen de la obra del Orto
La ortótica pue
La ortótica pue
Los ortofallidos del acto po
Los ortofallidos del acto po”


Pablo Wajner.


“Ciudad vacía
No hay nadie
Soy yo y
El basurero
Que se llena”

Matías Andujar


“Las piedras no descienden y
No tienen descendientes

A quien tiene más palabra que cara

Y si no salimos
Y si nos quedamos encerrados
Afuera de los edificios gritan que se caen

Nos sentamos en el mismo lado de la mesa
El cuello nunca duele
Mi cuello no se queja
Y la cabeza piensa
En mi mano y en tu pierna

Cuando el silencio nos toma de la mano
Todas las palabras tienen algo de sorpresa

No tengo pocas ganas de estar donde estoy”


Manuela Ossa


No la pierdan de vista.

Chanson de una dama en la sombra

Cuando viene la silenciosa y decapita los tulipanes:
¿Quién gana?
Quién pierde?
¿Quién va a la ventana?
¿Quién nombra su nombre primero?
Es uno que lleva mi pelo.
Lo lleva como se lleva a los muertos en las manos.
Lo lleva como el cielo llevó mi pelo el año en que amaba.
Lo lleva así por vanidad.
Ese gana.
Ese no pierde.
Ese no va a la ventana.
Ese no nombra su nombre.
Es uno que tiene mis ojos.
Los tiene desde que los portones se cerraron.
Los lleva en el dedo como anillos.
Los lleva como trizas de placer y zafiro:
él ya era mi hermano en otoño;
ya cuenta los días y noches.
Ese gana.
Ese no pierde.
Ese no va a la ventana.
Ese nombra su nombre al final.
Es uno que tiene lo que dije.
Lo lleva bajo el brazo como un hato.
Lo lleva como el reloj su más mala hora.
Lo lleva de umbral en umbral, y nunca lo arroja.
Ese no gana.
Ese pierde.
Ese va hacia la ventana.
Ese nombra su nombre primero.
Ese es con los tulipanes decapitado.

Paul Celan

28 noviembre 2007

Lunes 22, mayo




"Estilo y pobreza. Me arrancaría los ojos. Quedo fuera del monasterio. Y de estilo: Giacometti cojo, descontento, zarandeado, pasado a llevar, empujado, a violentos golpes en el hombro, hasta el muro infranqueable. Abro mi frustración como un libro. Me han obligado a tomar asiento. Lloro mientras leo. Me paso la mano por el pelo. Sin que se den cuenta cierro los ojos y me veo. Solo en una pieza bien encerada junto a una mesa. La cortina esta cerrada. O sueño que soy delgado, tierno y flexible como una varilla. Soy el punto de una i latina. Me golpean si abro los ojos. Si los cierro me avergüenzo, me anulo, me vuelvo antiestético, enano y comerciante. Mi último recurso, el buen rato en una lengua espiritual, la ropa (la pinta), el ascetismo, Simone Weil, el monasterio, el mendicante no es chico. Noto que me falta el martirio. Pulverizarme de veras. Ridiculizarme. Indiferenciarme. Des-estimarme. Des-antiestetizarme".

Claudio Bertoni
“Rápido, antes de llorar. Cuadernos 1976 – 1978”

Diccionario Crítico




Ojo
Golosina caníbal. Es sabido que el hombre civilizado se caracteriza por la agudeza de unos horrores a menudo poco explicables. El temor a los insectos es sin duda uno de los más singulares y de los más desarrollados de esos horrores, entre los cuales nos sorprende encontrar el temor al ojo. En efecto, acerca del ojo parece imposible pronunciar otra palabra que no sea seducción, pues nada es más atractivo en los cuerpos de los animales y de los hombres. Pero la seducción extrema probablemente está en el límite con el horror. Al respecto, el ojo podría ser relacionado con lo cortante, cuyo aspecto provoca igualmente reacciones agudas y contradictorias: es lo que debieron experimentar terrible y oscuramente los autores de El perro andaluz cuando en las primeras imágenes del film decidieron los amores sangrientos de esos dos seres. Una navaja cortando con precisión el ojo deslumbrante de una mujer joven y encantadora es lo que hubiera admirado hasta la locura un joven al que miraba un gatito acostado, y que teniendo casualmente en la mano una cuchara de café, de golpe tuvo ganas de sorber un ojo con la cuchara. Deseo singular, evidentemente, de parte de un blanco a quien los ojos de vacas, corderos y cerdos que come siempre se le ocultan. Pues el ojo, según la exquisita expresión de Stevenson, golosina caníbal, es para nosotros el objeto de tanta inquietud que nunca lo morderíamos. El ojo ocupa incluso un rango extremadamente elevado en el horror ya que es, entre otras cosas, el ojo de la conciencia. Es bastante conocido el poema de Víctor Hugo, el ojo obsesivo y lúgubre, ojo vivo y espantosamente soñado por Grandville durante una pesadilla poco antes de su muerte2: el criminal "sueña que acaba de herir a un hombre en un bosque oscuro... La sangre humana ha sido derramada y, según una expresión que impone a la mente una feroz imagen, ha hecho que un roble sude. En efecto, no es un hombre sino un tronco de árbol... sangrando... que se agita y se debate... bajo el arma asesina. Las manos de la víctima se alzan en vano suplicantes. La sangre sigue corriendo". Entonces aparece el ojo enorme que se abre en un cielo negro persiguiendo al criminal a través del espacio, hasta el fondo de los mares donde lo devora luego de haber tomado la forma de un pez. Sin embargo, innumerables ojos se multiplican bajo las olas. Grandville escribe al respecto: "¿Serían acaso los mil ojos de la multitud atraída por el espectáculo del suplicio inminente?" ¿Y por qué esos ojos absurdos se sentirían atraídos, como una nube de moscas, por algo repugnante? ¿Por qué igualmente en la tapa de un semanario ilustrado completamente sádico, publicado en París entre 1907 y 1924, aparece regularmente un ojo contra un fondo rojo encima de espectáculos sangrientos? ¿Por qué El Ojo de la Policía, semejante al ojo de la justicia humana en la pesadilla de Grandville, después de todo no es más que la expresión de una ciega sed de sangre? Semejante además al ojo de Crampon, condenado a muerte que un instante antes de que cayera la cuchilla es requerido por el capellán: rechazó al capellán pero se enucleó y le hizo el regalo jovial del ojo así arrancado, porque ese ojo era de vidrio.

Matadero
El matadero depende de la religión en el sentido de que los templos en épocas remotas (sin mencionar a los hindúes en nuestros días), tenían una doble función: servían al mismo tiempo para las plegarias y las matanzas. De donde resultó sin duda alguna (lo podemos juzgar por el aspecto caótico de los mataderos actuales) una perturbadora coincidencia entre los misterios mitológicos y la grandeza lúgubre característica de los lugares donde corre la sangre. Es curioso ver que en Norteamérica se expresa una queja aguda cuando W. B. Seabrook constata que la vida orgiástica ha subsistido, pero que ya no se añade a los cócteles la sangre de los sacrificios, y considera insípidas las costumbres actuales. No obstante, en el presente el matadero es maldito y puesto en cuarentena como un barco infectado de cólera. Pero las víctimas de esa maldición no son los matarifes o los animales, sino esa misma buena gente que ha llegado a no poder soportar más que su propia fealdad, una fealdad que responde en efecto a una enfermiza necesidad de limpieza, de pequeñez biliosa y de tedio: la maldición (que sólo aterroriza a quienes la profieren) los obliga a vegetar tan lejos como sea posible de los mataderos, a exilarse por corrección en un mundo amorfo donde ya no existe nada horrible y donde, sufriendo la indeleble obsesión de la ignominia, se ven reducidos a comer queso.

Informe
Un diccionario comenzaría a partir del momento en que ya no suministra el sentido sino los usos de las palabras. Así, informe no es solamente un adjetivo con determinado sentido sino también un término que sirve para descalificar, exigiendo generalmente que cada cosa tenga su forma. Lo que designa carece de derecho propio en cualquier sentido y se deja aplastar en todas partes como una araña o una lombriz. Haría falta, en efecto –para que los académicos estén contentos- que el universo cobre forma. La filosofía entera no tiene otro objeto: se trata de ponerle un traje a lo que existe, un traje matemático. En cambio, afirmar que el universo no se asemeja a nada y que sólo es informe significa que el universo es algo así como una araña o un escupitajo.

Boca
La boca es el comienzo o, si se quiere, la proa de los animales: en los casos más característicos es la parte más vivaz, es decir, la más aterradora para los animales vecinos. Pero el hombre no tiene una arquitectura tan sencilla como los animales, y ni siquiera es posible decir dónde comienza. En rigor comienza por la parte superior del cráneo, pero lo alto del cráneo es una parte insignificante, incapaz de atraer la atención y son los ojos o la frente los que desempeñan el papel significativo de la mandíbula de los animales. Entre los hombres civilizados la boca incluso ha perdido el aspecto relativamente prominente que todavía tiene entre los salvajes. No obstante, la significación violenta de la boca se ha conservado en estado latente: se recupera de pronto con una expresión literalmente caníbal como bocas de fuego, aplicada a los cañones por medio de los cuales los hombres se matan entre sí. Y en las grandes ocasiones la vida humana todavía se concentra bestialmente en la boca, la ira que hace apretar los dientes, el terror y el sufrimiento atroz que hacen de la boca el órgano de unos gritos desgarradores. Resulta fácil observar al respecto que el individuo trastornado levanta la cabeza estirando el cuello frenéticamente, de modo que su boca llegue a ubicarse, tanto como sea posible, en continuidad con la columna vertebral, es decir, en la posición que normalmente ocupa en la constitución animal. Como si unos impulsos explosivos debieran surgir directamente del cuerpo a través de la boca en forma de vociferaciones. Este hecho pone de relieve a la vez la importancia de la boca en la fisiología o incluso en la psicología animal y la importancia general de la extremidad superior o anterior del cuerpo, orificio de los impulsos físicos profundos: vemos al mismo tiempo que un hombre puede liberar esos impulsos al menos de dos maneras diferentes, con el cerebro o con la boca, pero apenas se tornan violentos se ve obligado a recurrir a la forma bestial de liberarlos. De allí el carácter de constipación estrecha de una actitud estrictamente humana, el aspecto magistral de la cara con la boca cerrada, hermosa como una caja fuerte.


Georges Bataille
“La conjuración sagrada. Ensayos 1929 – 1939”

15 noviembre 2007

The Rapture en vivo


The Rapture
Teatro Caupolicán, 13 Noviembre 2007, 21:30 hrs.
(Foto hurtada de Wow)

"La venida de the Rapture contaba, además, claro, de los estupendos discos, con dos razones que lo hacían algo particularmente atractivo. Entre la maraña de visitas agonísticas o directamente calcinadas (Soda, Police, ¡Toto!, etc) suponía una real bocanada de aire fresco. La única, considerando que sus cercanos estilísticos (LCD Soundsystem, Hot Chip, CSS) también andan de paseo por el cono. Par de razones más a “Echoes” y “Pieces of People We Love” (creo que hay un disco anterior pero yo no lo he escuchado) y esa mezcla tremebunda de dance rock en la mejor herencia de Suicide, Television, New Order, Gang Of Four y tantos, tantos otros".

Texto completo, aquí.

12 noviembre 2007

La era de las manos teñidas.

La era de las manos teñidas comenzó poco después de los suicidios erróneos, cuando el panadero especialista en bollos Herzog J advirtió que, en cuanto perdía de vista los bollos, estos tendían a desaparecer. Repitió la operación en numerosas ocasiones, distribuyendo los bollos en distintos lugares de la panadería, señalando incluso su precisa ubicación con un lápiz de carbón, y en todas ellas, cuando se descuida un solo segundo y volvía a mirar, se encontraba únicamente la marca del lugar donde habían estado los bollos.

Me roban, declaró.

Llegados a este momento de nuestra historia, el Eminente Rabino Fagel F (véase también APÉNDICE B: LISTADO DE RABINOS DE LA CONGREGACIÓN VERTICAL) era también el encargado de ejecutar las leyes. De manera que, con el fin de llevar a cabo una exhaustiva investigación del hecho, ordenó que todos los habitantes del shtetl fueran considerados sospechosos, culpables hasta que se demostrase lo contrario. TEÑIREMOS LAS MANOS DE CADA UNO DE LOS CIUDADANOS DE UN COLOR DISTINTO, dijo, Y DE ESTE MODO DESCUBRIREMOS QUIÉN HA ESTADO HURGANDO EN LA PANADERÍA DE HERZOG.

Las de Lippa R fueron teñidas de rojo sangre. Las de Pelsa G del mismo verde esperanza de sus ojos. Las de Mica P de un sutil tono púrpura, como la línea del horizonte cuando se recorta sobre las siluetas de los árboles del bosque de Radziwell en la puesta de soldel tercer Sábat del mes de Noviembre. Ni una sola mano escapó a la prueba. Para ser justos se tiñeron incluso las manos de Herzog J, de rosa, el color de una especie singular de mariposa, la Troides helena, que resultó haber muerto en la mesa de trabajo de Dickle D, el químico inventor del producto que no podía lavarse pero dejaba marcas en todo aquello que tocaban las manos teñidas por él.
El resultado fue que un simple ratón, que el destino le haya condenado a una eternidad en las proximidades de un culo maloliente, era el culpable de la desaparición de los bollos, y jamás se vio un solo color por el mostrador de la panadería.

Pero sí en muchas otras partes.

Shlomo V halló restos de gris plateado entre las piernas de su esposa, Chebra, que su conducta no se repita en esta ni en la otra vida, y no dijo nada: se limitó a teñir de verde sus pechos y luego bañarlos de semen blanco. La sacó desnuda a las calles grises de luna, empujándola de casa en casa, magullándose los nudillos hasta dejarlos de un negro violáceo de tanto llamar a las puertas. La obligó a contemplar cómo le cortaba los testículos a Samuel R, quien, con los dedos plateados unidos pidiendo clemencia, clamaba, ambiguamente, Ha sido un error. Colores por todas partes. Las huellas índigo del Eminente Rabino Fagel F aparecieron en numerosas publicaciones no religiosas. El acerado morado labial de la llorosa viuda Shifrah K manchaba la tumba de su marido en el cementerio del shtetl, como un dibujo infantil. Todos se apresuraron a acusar a Irwin P de frotar sus manos marrones por toda la figura de la Esfera. ¡Egoísta! Le gritaron. Acaparador de milagros. Pero no eran sus manos, sino las de todos, un arco iris multicolor compuesto por las manos de todos los ciudadanos del shtetl que habían rezado para tener hijos hermosos, prolongar sus vidas, guarecerse de los relámpagos y conseguir el amor.
El shtetl quedó decorado por los actos de sus ciudadanos, y ya que se usaron todos y cada uno de los colores –a excepción del color del mostrador, por supuesto- resultaba imposible decidir qué había sido alterado por las manos ajenas o qué conservaba su aspecto original. Se rumoreaba que Getzel G había acariciado en secreto todos los violines del violinista -¡a pesar de que no sabía tocar el violín!- ya que las cuerdas tenían el color de sus dedos. La gente murmuraba que Gesha R debía de tener la habilidad de un acróbata: ¿cómo si no podía explicarse que la línea de error judío-humana hubiera adquirido exactamente el tono amarillo que mostraban las palmas de sus manos?. Y cuando el rubor de las mejillas de una colegiala fue confundido con el color púrpura de los dedos de un hombre sagrado, fue la niña la insultada: puta, ramera, furcia.

Jonathan Safran Foer
“Todo está iluminado”

El sentido mundano: crítica literaria y prensa en Chile.

“Diseccionar, penetrar, mortificar una obra para que diga siempre algo más. La crítica sería, entonces, el intento por develar aquello que la propia literatura oculta a la mirada primera; la crítica como perseguidor de nuevas interpretaciones, de sentidos subyacentes. En donde crítica, como meta-propósito, busca explicar su voluntad de trabajo así como su voluntad de poder. ¿Bajo que condiciones debemos entender la crítica literaria en medios de comunicación hoy?. La respuesta a esta interrogante supone desestimar muchas cualidades que como discurso crítico debiese comprender. Si hoy lo que llamamos, no sin cierto relajo conceptual “crítica literaria” en la prensa, es más bien mero ejercicio reseñístico, confinado al comentario se debe, en cierta medida a un desajuste teórico metodológico e histórico que ha restado al ejercicio crítico su capacidad cierta de proyectarse en un campo que exceda lo netamente literario, y actúe en consonancia con las condiciones –sociales, políticas, culturales- que lo propician”.

“Aquel cenagoso estadio al que se confinaron las intenciones críticas, logra presentar sólo leves mejorías. Este desajuste, este problema de la comunicación asumida como crítica aparece en todos sus niveles como un problema de realización de comunidad, donde la relación con el ‘otro’, es decir, nuestras relaciones de fuerza y poder, nuestras disputas por la interpretación y el sentido del mundo, lo que Said denomina “mundaneidad”, ha desaparecido y su lugar ha sido ocupado por una ingenuidad “donde mundo y representación es un único armado, artefacto constructor de simulacros, orquestador de una permanente continuidad entre tecnodominio y tecnoanálisis, donde hecho y mirada consienten aparecer al unísono como consumo y consuelo” (Casullo, 1998: 17-18). Las condiciones de este período dejarán una clara huella en las posteriores generaciones críticas. Y si hoy podemos reconocer la insuficiencia de la crítica de una proyección real, se debe a la imposición del miedo como limitante del reconocimiento de la crisis. Predeterminado a un curso inocuo y mantenido más como simulacro cultural que como opción de corte, el crítico que logra tomar aire a inicios de los ’90, aún sufre la extinción de las preguntas, el mutismo de los antecedentes”.

“La crítica secular, por su parte, plantea, a través de la suma del valor estético y la situación en redes de poder y saber, el reconocimiento del texto en su mundaneidad, en su ligazón con el tiempo, la sociedad, el lugar y la circunstancia, en su contextualización a sí mismo. De allí que un primer paso sea la constitución de un sujeto crítico en su autonomía, en donde se posicionan en primera fila la subjetividad, los valores, políticos, sociales y humanos del sujeto crítico contra la determinación que sobre él mantienen los grandes conglomerados mediáticos, de modo de lograr que el lugar cómplice del crítico en su táctica devenga resistencia, devenga crítica. Aquí debemos retomar la idea de comunidad antes insinuada, pues si aceptamos que la crítica “es siempre contextualizada; es escéptica, secular y está reflexivamente abierta a sus propios defectos” (Said; 2004: 42), aceptamos que participa en un comunidad interpretativa, la que le otorga legitimidad, validez, permanencia; relación a partir de la cual, el crítico debe alumbrar respecto a la situación social y política en que se hayan implicadas las voces interpretativas”.

“La necesaria vinculación del crítico con la mundaneidad del texto, halla una razón de ser en la referencia de Angenot respecto a la caducidad de los discursos sociales. Éstos, como las propias manifestaciones que lo constituyen, funciona dentro de un determinado período temporal, en determinadas condiciones. Lo que aflora es la urgente vinculación de un texto con su época, con las determinadas circunstancias sobre las que se lee. Es, a fin de cuentas, en sus condiciones de producción y de reconocimiento en donde el crítico secular articula un campo de fuerza. Lo que Verón denomina ‘gramáticas de producción y reconocimiento’ son los polos sobre los que se constituye la circulación del discurso. Allí se ubica la crítica, en el espacio en que la pregunta por el sentido del texto y sus significaciones brotan. Frente a paleta de sentidos posibles, una crítica situada, secular, establece las condicionantes con respecto a su reconocimiento, evitando lecturas aberrantes o simplemente inofensivas. Para lograr esto, la crítica adopta la forma del signo, en tanto posibilidades de sentido y representación del objeto, de modo de convertirse en “aquello cuyo conocimiento se supone para poder comunicar informaciones suplementarias que le conciernen” (Verón; 1987:130). AsÍ se define la relación del signo con su objeto, de la crítica con el texto literario que mortifica, generando en consecuencia, lo que Verón denomina ‘objeto inmediato’, y que se refiere nada menos que a la representación del objeto en el signo. Es aquí en donde se genera el campo de fuerza del que hemos venido hablando. Surge, del propio signo, una “representación de segundo grado, una representación de la relación entre la representación y su objeto” (Verón, 1987: 118). Ésta surge del eco de la semiosis en la representación primera dirigida a cada signo en su particularidad. Aquí se halla la imposibilidad de cada signo, de cada crítica de acabar el objeto en sus dimensiones, el cual siempre la desborda, permitiendo los ejercicios de interpretación y su multiplicación”.

“El sentido mundano: “Problemática cultural entendida como espacio radicalizado de una reflexión teórico-crítica que no concilia con decisiones lógicas, lenguajes y horizontes tecno-instrumentales de la dominante cultural, es decir, con lo devenido poderes, modelos y prácticas de los saberes” (Casullo, 1998: 64). Si el poder, aquella relación de un punto a otro de la que habla Foucault, está presente en todo discurso, la herida que inflinge el crítico apunta al vínculo entre el texto literario y la coacción a la que es sometido por los medios de comunicación, en donde se le despoja de su significante autónomo para asimilarlo a una interpretación ideológica que lo vuelve inofensivo, meramente ‘útil’. Aquí radica la cualidad de ‘única posibilidad’ que plantea la violencia ideológica. Frente a ello, la disconformidad con las dominancias y la desacralización que propone la crítica, en cuanto a la interrogación por el sentido y por lo que importa en la Cultura (o la versión de ésta que se busca) es la chance que encierra la posibilidad frente a la serialización de la experiencia”.

Extractos de “El sentido mundano: crítica literaria situada y prensa en Chile”, texto leído en el VII Congreso Nacional y II Congreso Internacional de la Asociación Argentina de Semiótica. Temporalidades, en homenaje a Nicolás Rosa. 7 al 10 de Noviembre de 2007. Centro Cultural Bernardino Rivadavia, Rosario, Argentina.